LA
FALTA DE MEMORIA HISTORICA EN EL SALVADOR… REABRIENDO HERIDAS QUE NUNCA FUERON
CERRADAS
A
diecinueve años de finalizada la guerra en El Salvador y viviendo en “tiempos
de paz.” Son muchos los que ya se olvidaron de hechos que no solo marcaron el pasado,
sino el futuro del país. La falta de memoria histórica en nuestro país ha
causado que las miles de vidas de hermanos salvadoreños ofrendadas en la guerra
parezcan no haber tener sentido.
La década de los 80 en El
Salvador es, sin duda alguna, una de las épocas
en general más recordadas dentro
de la historia reciente del país, esta
década está marcada por muchos hechos significativos (lastimosamente más
negativos que positivos) que marcaron no solo el pasado sino también en gran
manera el futuro de nuestro país. Doce años de guerra, que se extiende desde
1980 hasta 1992. Pero el inicio de esta guerra, se da en un contexto donde no
se pueden dejar de lado hechos históricos como la masacre de campesinos en 1932
y posteriormente las sucesivas dictaduras militares que solo fueron oprimiendo
cada vez más y de diferentes formas a la clase trabajadora del país.
El inicio
de la guerra fue solo un acto de ¡Basta ya! Expresado por miles y miles de
salvadoreños cansados de no tener acceso ni siquiera a los más vitales derechos
para todo ser humano como lo son: alimentación, salud y educación. Al mismo
tiempo es donde se pone de manifiesto la experiencia ganada en décadas pasadas
por diferentes organizaciones populares, y que llegan a tomar el liderazgo en
el proceso revolucionario.
A pesar de
que la guerra es parte de nuestra historia reciente y que aún es recordada por
muchos salvadoreños, sobre todo los mayores de veinte años. No se puede negar
que así también hay muchos más que ya olvidaron el verdadero sentido de esa
lucha y que no han sabido conservar y defender los logros alcanzados y pagados
con sangre de los miles de combatientes durante el conflicto armado.
En la
actualidad podemos observar dentro del ámbito político a personajes que
estuvieron involucrados en la guerra y que incluso algunos de ellos de forma
directa o indirecta participaron en la ejecución de atrocidades en contra del
pueblo. Más indignante aun es el hecho de que en la actualidad personajes como
Domingo Monterrosa Barrios y Roberto D’Abuissson sean considerados por muchos
como héroes nacionales; cuando la verdadera historia de estos dos personajes lo
que más resalta es su responsabilidad o autoría en un sinnúmero de asesinatos sin justificación y
cometidos con lujo de barbarie a población civil en su mayoría: mujeres, niños
y ancianos.
Hablando
ya concretamente de lo que fue el conflicto armado, puede resaltarse la lucha
desigual entre un ejército gubernamental, asesorado y financiado por el imperio
yanqui. Y un ejército popular que dependía solo de su ingenio y valentía para
salir adelante, viviendo el día a día. Sobre las condiciones en las que el
pueblo vivía en ese entonces, ya se mencionó anteriormente la carencia de cosas
elementales como alimentación, salud y educación. A muchas familias en ese
entonces no les era posible comer los tres tiempos de comida al día, lo que
causaba severos grados de desnutrición sobre todo en niños y ancianos; en salud
la situación no era diferente no había acceso ni a los servicios básicos, por
lo que eran víctimas de epidemias y todo tipo de enfermedades; en educación,
muchos no sabían leer ni escribir y tampoco tenían la posibilidad de poder
asistir a una escuela, todo esto quizá como herencia aun de un presidente
(Maximiliano Hernández Martínez) que en el pasado habría expresado que quien
exigiera su derecho a la educación debía de ser señalado como comunista. Gente
que lo dejo todo para irse a las montañas a prepararse para la lucha; hombres y
mujeres con la esperanza de mejores condiciones para ellos y sus hijos en un
futuro cercano, aferrándose a la vida a pesar de las circunstancias. Hombres y
mujeres con un gran amor a la vida y que al mismo tiempo al grito de:
¡Revolución o muerte! ¡El pueblo armado vencerá! Estaban dispuestos a ofrendar
su vida por la causa.
Tras
doce años de guerra, miles de vidas de hermanos del apoyo norteamericano
invertidos en armas que solo sirvieron para destruirnos entre si y que bien
pudieron haber servido para mejorar grandemente la situación de vida de los
salvadoreños en ese entonces y por ende de las futuras generaciones. Y con
muchos logros que fueron la suma de pequeñas victorias por parte del ejército
popular: ¡Se firmó la paz!
Ahora
a un poco más de 19 años de ese hecho histórico son muchos los que piensan y
seguirán pensando que la guerra no tuvo ningún sentido, son muchos los que
consideran a personajes como Roberto D’Abuisson y Domingo Monterrosa Barrios como sus héroes olvidando,
selectivamente quizás, que el segundo personaje fue el responsable de una de
las peores masacres cometidas en esos años. Masacre cometida en contra de
población civil inocente e indefensa.
O peor aún que en la actualidad se siga
insultando a nuestros mismos hermanos salvadoreños con expresiones como “los
mata vacas” o “los bota puentes” a gente cuyo único pecado fue exigir sus
derechos y llegar hasta una lucha armada por ello y para que las futuras
generaciones tuvieran una vida mejor.
El
olvido o el no reconocimiento de todos estos detalles ya mencionados y muchos
otros, son el causante en alguna manera de que hoy estemos como estamos, pues
si bien hubo logros y avances aún queda mucho por hacer.
Algunos
escudaran su falta de memoria histórica en el pretexto de que: “no hay que
reabrir heridas”…. Y me pregunto yo ¡¿Cómo
reabrir algo que nunca se cerró?!
Verónica
Liliana González Chávez
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